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REBELIÓN CIENTÍFICA

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La ciencia


PRINCIPIOS GENERALES DE LA CIENCIA DEL CLIMA

Todos los objetos del Universo irradian energía (calor); la rapidez con la que lo hacen depende de su temperatura, ya que los objetos más calientes emiten energía más rápidamente. Cuando te pones una manta, el tejido atrapa parte del calor de tu cuerpo: te calientas hasta que la velocidad de escape del calor coincide con la velocidad a la que tu cuerpo añade calor. Esto se llama equilibrio térmico. La radiación del Sol calienta la superficie de la Tierra. Esa energía se irradia al espacio, pero la atmósfera terrestre atrapa el calor como una manta. Desde la década de 1850 se sabe que algunos gases atrapan más calor que otros: son los llamados gases de efecto invernadero. A medida que la actividad humana añade gases de efecto invernadero (como el CO2 y el metano) a la atmósfera, la energía térmica total atrapada aumenta, y por tanto la Tierra se calienta. Cuanto más gruesa sea la manta, más se calentará al final, pero, como si se tratara de hervir una tetera gigante, el proceso de calentamiento lleva su tiempo. La última vez que hubo esta cantidad de CO2 en la atmósfera terrestre, la Tierra estaba entre 1 y 3°C más caliente que hoy.

Algunos procesos engrosan la manta (quema de combustibles fósiles, emisiones de animales como el metano); otros pueden reducir su espesor. Parte del CO2 se disuelve en los océanos; otra parte es secuestrada por la vida que realiza la fotosíntesis (plantas y algas), que extrae el carbono de la atmósfera y lo almacena en su cuerpo. Parte de este carbono acaba atrapado en los bosques, en los suelos, en los fondos oceánicos, por lo que la vida puede ser un extraordinario aliado para mitigar el cambio climático. Sin embargo, al tiempo que se ha duplicado la cantidad de CO2 atmosférico, la actividad industrial ha diezmado la vida en todo el planeta. Esta destrucción ecológica impide la mitigación, acelerando la Tierra rápidamente hacia un nuevo estado que es ajeno a los sistemas humanos, al tiempo que amenaza los ecosistemas que suministran a los seres humanos alimentos, agua y cierta defensa contra los desastres naturales.

La literatura sobre el clima suele hablar de las temperaturas medias globales, pero esto puede dar una falsa sensación de seguridad. La tierra y los océanos se calientan a ritmos diferentes, por lo que el aumento de la temperatura media en el interior continental tiende a ser 2 ó 3 veces mayor que la media mundial. Esto significa que si, por ejemplo, la Tierra se calienta una media de 3ºC, las temperaturas en el interior, alejado de la influencia marina, podrían aumentar hasta 9ºC, con consecuencias catastróficas. Además, a medida que aumentan las temperaturas medias, la variabilidad climática, esto es, los fenómenos extremos y su impredictibilidad, crece en consecuencia.

FENÓMENOS DE RETROALIMENTACIÓN CLIMÁTICA

La retroalimentación es un mecanismo natural propio de los sistemas complejos, que actúa reforzando algún proceso una vez que se cruza algún umbral o punto de inflexión. 

Por ejemplo, el hielo marino del Ártico ha disminuido drásticamente en las últimas décadas, acelerándose aún más en los últimos años. El hielo actúa como un excelente espejo, reflejando alrededor del 90% de la radiación solar, mientras que el agua absorbe alrededor del 90%. Esto significa que, a medida que el hielo retrocede, las regiones polares absorben mucho más calor, acelerándose cada vez más el calentamiento. Otros ejemplos destacados de fuentes de retroalimentación son:

  • El deshielo del permafrost (una capa de suelo congelado que contiene suficiente carbono y metano como para elevar la temperatura global en unos 2°C, si se deshiela).
  • Los incendios de turberas (las turberas son regiones pantanosas que almacenan más carbono que todos los bosques del mundo).
  • El colapso y posterior desertificación de la selva amazónica (se cree que el punto de inflexión del colapso amazónico existe en torno al 20-40% de deforestación: actualmente está en el  ~17%).
  • La destrucción ecológica (como la asombrosa pérdida reciente de los arrecifes de coral, o los bosques boreales, que destruyen las reservas de carbono).

Hay señales alarmantes de que la mayoría de estos puntos de inflexión conocidos ya se han alcanzado. Los científicos temen que algunos puntos de inflexión puedan desencadenar otros, provocando así una cascada de colapso del medio ambiente y llevando al planeta irreversiblemente a un estado mucho más caliente. 

Este resultado representa una amenaza existencial para la humanidad. Los responsables políticos hablan a menudo de “presupuestos de carbono” (la cantidad de CO2 que podríamos seguir liberando y esperar permanecer por debajo de ciertos umbrales de temperatura). Con ese enfoque se corre el riesgo de un colapso civilizatorio total en aras de continuar con el sistema actual el mayor tiempo posible. Además, al incluir el efecto de las retroalimentaciones se concluye que los presupuestos de carbono para evitar la catástrofe bien podrían haberse superado ya.

SUBIDA DE LOS MARES

El aumento del nivel del mar es uno de los aspectos más publicitados de la alteración del clima, quizá precisamente porque en general se espera que sea un problema relativamente lejano, lo que justifica implícitamente la demora de la acción. De hecho, el alcance total de la subida del nivel del mar con el aumento de las temperaturas no se verá hasta dentro de miles de años. El aumento del nivel del mar se debe principalmente a dos factores: el deshielo de los casquetes polares y de los glaciares y la expansión térmica (aún no siendo un gas, con el aumento de temperatura las moléculas de agua adquieren mayor movilidad, lo que crea presión y hace que la masa de agua se expanda).

La cantidad de subida del nivel del mar en las próximas décadas o siglos es muy incierta, debido a los fenómenos de retroalimentación en cascada (por ejemplo, una pequeña subida del nivel del mar inunda partes previamente elevadas de una capa de hielo, lo que puede hacer que se derrita más rápido, se desestabilice y colapse, con efectos en cadena). Las estimaciones de la subida del nivel del mar en este siglo no han dejado de aumentar a medida que han ido mejorando las mediciones y los modelos. Por ejemplo, el IPCC predijo un aumento de hasta 0,6 m para 2100 en 2007, predicción que subió a 0,9 m en 2014, y con varios estudios recientes prediciendo 2-3 m o más. 

En cualquier caso, incluso los pequeños aumentos pueden tener un impacto extraordinario en las sociedades humanas. Un aumento de 10 cm del nivel del mar duplica aproximadamente las probabilidades de sufrir inundaciones extremas. En 2050 es probable que se superen las inundaciones “históricas” cada año en la mayor parte del mundo. Alrededor de 600 millones de personas viven a menos de 10 m sobre el nivel del mar, y un tercio del mundo vive en comunidades costeras. Cientos de millones de ellos se convertirán en refugiados a medida que aumente el nivel del mar, mientras que las naciones insulares de baja altitud probablemente quedarán totalmente sumergidas, una realidad equivalente al genocidio.

DESTRUCCIÓN ECOLÓGICA

Los ecosistemas siguen siendo devastados a un ritmo acelerado, impulsados en su inmensa mayoría por la actividad industrial, al servicio del consumo excesivo de los más ricos del mundo (y no debido, a pesar de que se le preste más atención, al crecimiento de la población). Las causas del colapso ecológico son muchas y variadas, pero en general se atribuyen a una mezcla de calentamiento global, pérdida de hábitats (debido a la deforestación, por ejemplo), sobreexplotación (sobre todo de la vida marina) y prácticas agrícolas modernas como el uso generalizado de pesticidas.

Es difícil determinar con exactitud cuántas especies o animales individuales se han perdido ya, porque gran número de especies siguen sin estar documentadas (existen en regiones remotas, como en las profundidades del Amazonas, por ejemplo). Sin embargo, se calcula que en las últimas cinco décadas las poblaciones de vertebrados (peces, anfibios, reptiles, mamíferos y aves) han disminuido en torno al 70%, con un 20% de especies eliminadas. En la actualidad, sólo el 4% de los animales terrestres existen en estado salvaje, mientras que el 96% restante lo constituyen los seres humanos (36%) y su ganado (60%). Alrededor de un tercio de los árboles del mundo han sido talados.

Las poblaciones de insectos están relativamente poco estudiadas, pero se cree que alrededor de la mitad de todas las especies de insectos están en riesgo de extinción en las próximas décadas, con una disminución de la biomasa de insectos sólo en las últimas décadas superior al 75% en una serie de estudios geográficamente limitados. Datos recientes sugieren que incluso el plancton (que genera alrededor del 80% del oxígeno del mundo y es la base de todos los ecosistemas marinos) puede correr el riesgo de una disminución catastrófica a medida que el planeta se calienta. 

El mundo natural tiene una importancia simplemente incalculable para la sociedad humana, ya que proporciona la base de nuestra alimentación, agua, salud, aire y mucho más. Sin ecosistemas sanos, la sociedad humana no puede prosperar. Sin ecosistemas que funcionen, la sociedad humana no puede sobrevivir.

SEGURIDAD ALIMENTARIA E HÍDRICA

Los cultivos presentan “temperaturas críticas”, por encima de las cuales mueren rápidamente; en consecuencia, las olas de calor extremas pueden matar enormes proporciones de los cultivos de la región afectada. Las cadenas de suministro de alimentos en el mundo moderno son globales, por lo que los fallos en una región tienen un impacto global. Además, gran parte de los alimentos del mundo se cultivan de forma geográficamente concentrada, no distribuidos de manera uniforme por todo el mundo (<25% de la superficie total de cultivo produce >70% del maíz, el trigo y el arroz), por lo que sólo hace falta que un número relativamente pequeño de regiones sufra simultáneamente olas de calor extremas para que se produzcan fallos catastróficos en el suministro mundial de alimentos. 

A medida que el clima se calienta, el número de olas de calor extremas aumenta rápidamente. La consecuencia es que, si no se producen cambios drásticos en las políticas, la producción de alimentos de este siglo será sistemáticamente inferior a la demanda, lo que podría provocar el colapso efectivo de la sociedad mundial, ya que una epidemia de hambre y disturbios alimentarios se extendería por todo el mundo.

Desde 1980, el rendimiento de las cosechas ha disminuido constantemente en la mayoría de los cultivos, y se prevé que este descenso se acelere – potencialmente de forma dramática – en los próximos años. Aunque las predicciones varían, varios estudios prevén una disminución del rendimiento de las cosechas de alrededor del 50% en tan sólo unas décadas (dependiendo del cultivo). Algunos estudios sugieren que esto puede ser incluso una subestimación porque los estudios a menudo sólo tienen en cuenta los efectos de los cambios de temperatura y las precipitaciones en el rendimiento de los cultivos, pero no los efectos del cambio climático en el trabajo humano, la disminución de los polinizadores, ni el efecto en los cultivos no básicos.

Las sequías también van a empeorar drásticamente. Con un calentamiento de 3 °C, se prevé que la duración media de la sequía en el mundo sea de unos 10 meses, y que vastas zonas del planeta sufran una sequía casi perpetua (en el norte de África, por ejemplo, se prevé que la sequía media dure 5 años). Es difícil imaginar en tal caso un escenario en el que estas regiones puedan mantener incluso una pequeña fracción de sus poblaciones actuales.

COSTE HUMANO

El efecto neto de la sequía, el estrés térmico, la pérdida de cosechas, los desastres naturales, las inundaciones y las catástrofes que empeoran constantemente será -sin una drástica reorganización social, económica y política de la sociedad- catastrófico para las sociedades humanas. Los primeros y más afectados son los habitantes del sur global, ya que el colapso climático acentúa las desigualdades e injusticias existentes, pero esencialmente ninguna comunidad evitará las consecuencias. Solo comprendiendo las consecuencias más probables, es posible prepararse y mitigar algunos de los peores efectos del colapso climático.

En primer lugar, debemos comprender lo inmediato que es el coste humano del colapso climático.

  • Se calcula que ya hay más de 20 millones de personas al año que se ven obligadas a abandonar sus hogares por la catástrofe medioambiental.
  • En la actualidad, hay unos 85 millones de refugiados en el mundo, un aumento de ∼240% en comparación con hace 10 años, y alrededor de la mitad de ellos son niños.
  • Mientras tanto, los refugiados son tratados con creciente hostilidad en todo el mundo, con un resurgimiento del uso de los campos de concentración, y cada vez más personas quedan apátridas y sin apoyo.
  • El número de refugiados podría aumentar en miles de millones en las próximas décadas: la expresión”sin precedentes” no llega a captar la profundidad de esta crisis.

La dinámica social es difícil de predecir con exactitud, pero podemos buscar orientación en el estudio de casos y análogos históricos. Un ejemplo esclarecedor que une muchos elementos de la crisis climática es la guerra civil siria. En ese caso, la peor sequía de la que se tiene constancia (posibilitada por el rápido cambio climático) precedió y precipitó la guerra. Grandes regiones del país vieron morir tres cuartas partes de su población animal y de cultivos. Más de un millón de personas huyeron a las ciudades en busca de trabajo y alimentos, y la presión adicional desencadenó el descontento social, que derivó en una guerra civil. Este colapso provocó medio millón de muertes y desplazó a unos 5 millones de personas del país. Esto ha alimentado el posfascismo y los abusos de los derechos humanos en todo el mundo: ha alimentado el ascenso de Trump, de Bolsonaro, el Brexit, la persecución de los rohingya; esta crisis se repetirá cien veces en las próximas décadas.

El número de conflictos por el agua ha crecido en el último siglo, y exponencialmente en los últimos años. Siria no es un caso aislado: históricamente, el cambio climático ha sido un motor notablemente común del colapso de las civilizaciones. Si no aprendemos de estas lecciones y nos adaptamos en consecuencia, se avecina un colapso social a escala mundial.

SOLUCIONES CLIMÁTICAS

No hay soluciones sencillas para la crisis climática, pero hay soluciones parciales que podrían aplicarse hoy para frenar la progresión del colapso climático, y elementos sociales que deben cambiarse si se quiere evitar el colapso total. Un aspecto es práctico (transformar nuestra relación con la tierra, la energía, los alimentos y el uso de los recursos); otro es cultural (económico, social y político).

Para evitar el colapso climático, primero debemos nombrar sus causas. El actual modelo económico capitalista de crecimiento infinito (exponencial) en un planeta finito es claramente insostenible: por definición, eso significa que debe llegar a su fin. La única cuestión es si elegiremos ponerle fin, o si lo hará a través del colapso del sistema. 

Las emisiones de gases de efecto invernadero y la destrucción del medio ambiente están impulsadas de forma abrumadora por la expansión empresarial y la industria. La mayor parte del consumo -que ha aumentado masivamente durante la era neoliberal- proviene de los más ricos del mundo, de forma que el 10% más rico contribuye a cerca de la mitad de las emisiones personales globales. La lucha contra las desigualdades sociales, de género y de riqueza es fundamental para combatir tanto el colapso climático como la injusticia climática.

Aunque algunos interpretarán estas proposiciones como intrínsecamente ideológicas, son conclusiones que surgen de una sólida base científica. El capitalismo -sobre todo en su encarnación neoliberal moderna- debe ser abandonado o transformado hasta quedar irreconocible si se pretende la supervivencia de la civilización humana.

El modelo económico actual sustenta prácticamente todos los aspectos de la organización de la sociedad, pero a menudo se invisibiliza. Las granjas modernas, en un esfuerzo por superar a sus rivales, llenan el ganado de antibióticos, utilizan pesticidas que destruyen los insectos y eliminan todo el espacio disponible de la vida silvestre para sembrar monocultivos rentables; los productos tecnológicos a menudo están diseñados para romperse, por lo que hay que comprar regularmente sustitutos; la publicidad implacable crea descontento para imponer los productos de consumo a la población. Para evitar la destrucción del mundo natural, hay que combatir los preceptos que sustentan esta realidad.

En el plano inmediato y pragmático, hay que reducir urgentemente las emisiones de carbono.

Hay que hacer todo lo posible para restaurar y sostener los sistemas ecológicos: hacerlo podría reducir alrededor de un tercio de las emisiones de carbono necesarias y proporcionar incalculables beneficios adicionales (en términos de salud, seguridad hídrica y alimentaria, resistencia a los desastres ambientales, etc.). El sector agrícola debe transformarse para revolucionar nuestra relación con los alimentos y la tierra. Hay que reformar la vivienda para que sea eficiente. Los sistemas energéticos deben ser revisados para que la energía provenga de tecnologías sostenibles. Estas soluciones requieren una descomunal inversión que puede ser traumática en el corto-medio plazo, pero en última instancia nos harán vivir mejor, más sanos y más felices. En cualquier caso, el coste de la inacción es aproximadamente la suma total de todo lo que se ha construido en los últimos miles de años, por lo que la inacción sale perdiendo en cualquier análisis concebible de costes y beneficios.Resistencia no violenta

RESISTENCIA NO VIOLENTA

Los activistas, para lograr el éxito, deben estar motivados tanto por consideraciones éticas como prácticas. Aunque el por qué de la resistencia está íntimamente ligado a cuestiones de principio, el cómo de la resistencia es también una cuestión ideal para la investigación científica. Al considerar los levantamientos y movimientos históricos podemos evaluar diferentes tácticas y enfoques de la resistencia para determinar qué funciona y cuáles son los puntos comunes que conducen al éxito.

La resistencia no violenta se basa en la aplicación de la obstinación humana: en la negativa a cooperar, en desafiar y en interrumpir.

  • Emplea un amplio conjunto de estrategias: protestas, manifestaciones, acciones directas, huelgas, no cooperación, etc.
  • Puede incluir el desarrollo de instituciones alternativas, como la ayuda mutua y las redes educativas.

Todos los gobiernos se basan en la cooperación y la obediencia para persistir. Cuando esa cooperación se interrumpe, los gobiernos pueden resultar sorprendentemente frágiles.

En una serie de estudios pioneros, dirigidos por Erica Chenoweth, se analizó la suposición común de que la resistencia violenta es más eficaz que la no violencia, y finalmente se rechazó. Estudiando cientos de levantamientos desde 1900, descubrieron que la resistencia no violenta tiene más éxito que la violenta (tanto en democracias como en autocracias y monarquías), logrando el éxito aproximadamente el doble de veces. Prácticamente ningún régimen ha resistido la participación del 3,5% de la población en el punto álgido de la campaña, mientras que incluso las campañas que movilizan a un 0,1% de la población tienen éxito casi la mitad de las veces. Las principales razones de ello pueden resumirse en dos:

  • Las tácticas no violentas pueden movilizar a sectores mucho más amplios de la sociedad (en lugar de una abrumadora mayoría de hombres jóvenes), ya que se consideran más legítimas; de hecho, la amplia participación de las mujeres es un fuerte indicador del éxito de las campañas.
  • La represión de las campañas no violentas es contraproducente para quien la ejerce, impulsando a la gente hacia el movimiento (incluso desde el interior del estado) y reduciendo la legitimidad del gobierno.

Además, es mucho más probable que los casos exitosos de resistencia no violenta vayan seguidos de condiciones deseables (por ejemplo, mayor estabilidad, democracia, libertad) que sus homólogos violentos. En general, la literatura científica indica claramente que los activistas deberían optar estrictamente por la resistencia no violenta si desean alcanzar el éxito, incluso en ausencia de consideraciones éticas.