Rebelión Científica España expresa su solidaridad con la campaña Stand Up for Science, lanzada en EE.UU. y desarrollada a partir del 7 de marzo en varios países europeos. Nuestro colectivo se suma a la condena internacional de los ataques violentos contra académicos, investigadores y organismos científicos, médicos, humanitarios y medioambientales, impulsados por el presidente Donald Trump, asesorado por Elon Musk y el grupo de presión Project 2025 en Estados Unidos.
Estamos viendo cómo la censura se extiende, eliminando información científica esencial sobre las desigualdades sociales, la salud y la protección del medio natural. A lo que se suman los ataques a la integridad de las agencias científicas y el retraso impuesto a los trabajos del panel internacional del IPCC. El despido de jóvenes científicos y la prohibición de colaboraciones internacionales se multiplican, empeorando este alarmante panorama.
La historia nos recuerda que el oscurantismo es una herramienta estratégica de los regímenes autoritarios para silenciar el pensamiento crítico. Recortar la autonomía de las comunidades científicas e intelectuales, pero también controlar y censurar el periodismo, la enseñanza, el arte y criminalizar el activismo o el sindicalismo son medios distintos que tienen un único fin: acabar con la democracia.
La realidad de las amenazas a la ciencia en España
En España, los ataques a la ciencia no son una amenaza futura, sino una realidad presente y bien documentada. Según una encuesta publicada en 2024, más de la mitad del personal investigador que comunica sobre ciencia ha sido objeto de amenazas directas. De manera significativa, las mujeres han recibido más ataques que los hombres y la red social X, propiedad de Elon Musk, es el escenario más habitual de estas agresiones. El mayor acoso lo sufren quienes comunican sobre temas medioambientales y de salud [1].
El negacionismo climático y el desprecio por el conocimiento científico han adquirido una violencia alarmante en los últimos años, desde la campaña sistemática de acoso contra la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), acusada falsamente de manipular datos climáticos, hasta las amenazas de muerte a científicos de renombre como Fernando Valladares, poco después de la catástrofe de Valencia o contra la física y meteoróloga Isabel Moreno.
En paralelo, la ultraderecha española, con apoyo mediático y político, ha normalizado la persecución de la investigación crítica y la difusión de bulos: presionando para eliminar estudios sobre memoria democrática, género y medio ambiente, y boicoteando cualquier regulación basada en la evidencia científica, como las normativas ambientales o de salud pública.
Oscurantismo anti-científico y extinción de la democracia
Este relato oscurantista que ataca la ciencia, es especialmente peligroso porque está llegando a una parte cada vez más importante de la juventud, y es una de las principales herramientas para llegar a una extinción de la democracia [2].
Desde Rebelión Científica afirmamos la necesidad de movilizar el conocimiento científico plural e independiente, para afrontar las transformaciones urgentes que debemos acometer, contando siempre con la participación de la ciudadanía informada por la ciencia.
Ciencia, sociedad y democracia
Frente al discurso propagandístico que presenta la ciencia como una élite aislada en su torre de márfil o en sus laboratorios, defendemos una ciencia profundamente comprometida con la sociedad y apoyada por la aplastante mayoría de la gente. La ciudadanía española no cae en la trampa de un falso antagonismo entre «la gente corriente» y el sentido común frente a las élites académicas y los conocimientos científicos, porque las encuestas demuestran que confía plenamente en la comunidad científica. El 84,3% de las personas en España cree en la crisis climática, el 83,6% piensa que es urgente tomar medidas para frenar el calentamiento global. Es más, un 82% defiende que las decisiones de los gobiernos deberían seguir la orientación de los científicos en nombre del bienestar general, según una encuesta publicada en 2024.
Por eso, frente a las ideologías ultraliberales y el populismo libertariano que buscan debilitar a la democracia y decapitar a la ciencia con motosierra para favorecer los intereses de unos pocos, reivindicamos ampliar todo lo posible la gobernanza basada en la ciencia y fortalecer los espacios de participación ciudadana que lo permiten [3]. Junto con otros colectivos sociales, hemos presentado a principios de año en el Congreso de Diputados una propuesta democrática de Parlamento Ciudadano climático Permanente, para “defender la democracia y el clima”. La mayoría social que confía en la ciencia debe poder expresarse y es decisiva para acallar democráticamente a los voceros del oscurantismo. Porque la gente nunca es el problema: ella es la solución contra el negacionismo, la polarización y la manipulación.
Una ciencia liberada de los Big polluters, para defender la vida
Para defender la vida y los derechos fundamentales, necesitamos una ciencia libre de presiones políticas y económicas, capaz de actuar con independencia frente a los intereses de los grandes contaminadores de la agroindustria, del lobby energético y de la oligarquía tecnológica.
Estos intereses tienen nombres. En Estados Unidos, Elon Musk y los gigantes tecnológicos alineados con Donald Trump. En España, la amenaza se encarna en los directivos que dirigen las empresas más contaminantes del país: Repsol, por delante de Endesa, EDP, Naturgy, ArcelorMittal, Iberdrola, Cepsa, FCC, LafargeHolcim [4]. Empresas del sector agroalimentario, como el Grupo Fuertes, el grupo Vall Companys y Campofrío Food Group, también tienen una responsabilidad directa en la destrucción de la biodiversidad y la contaminación masiva del agua. Están poniendo en peligro la vida de las generaciones futuras y como lo señaló David Lizoain: “Por el cambio climático, algún día habrá unos juicios como los de Núremberg.” [5]
En solidaridad con la comunidad científica estadounidense y con todas las personas atacadas por este nuevo orden autoritario, negacionista y neoliberal, hacemos un llamado a la resistencia democrática contra los responsables directos de una devastación sin precedente. Las comunidades científicas, junto con sindicatos, universidades y la sociedad civil organizada, debemos defender el conocimiento como un bien común y frenar la plaga del oscurantismo para reconstruir nuestra democracia sobre la defensa de la vida y la justicia climática.
“Si los científicos se dejan atemorizar por los tiranos y se limitan a acumular conocimientos por el conocimiento mismo, la ciencia se convertirá en un inválido y las nuevas máquinas sólo servirán para producir nuevas calamidades…»
Bertold Brecht, La vida de Galileo, 1939.
[1] https://sciencemediacentre.es/mas-de-la-mitad-del-personal-investigador-que-comunica-sobre-ciencia-en-los-medios-admite-haber
[2] https://www.akal.com/libro/democracias-en-extincion_53821/
[3] https://jacobinlat.com/2024/03/los-libertarianos-suenan-con-un-mundo-sin-democracia/
[4] https://www.observatoriosostenibilidad.org/informes/descarbonizacion-2024/
[5] https://www.lavanguardia.com/natural/cambio-climatico/20231202/9421498/david-lizoain-dia-habra-juicios-nueremberg-cambio-climatico.html